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¿Y si Quinquela y Maradona hubieran aceptado el cheque?

Ciao ragazzi,

Vamos atrás, un poquito.

En 1929 Benito Quinquela, el pintor argentino que pintaba a los trabajadores y que “inventó” los colores de La Boca, está de gira por Europa y en Italia triunfa. 

Benito Mussolini se entera, lo quiere conocer, lo conoce y pide que le venda un cuadro. 

Quinquela agradece pero le dice que lamentablemente ese cuadro no está a la venta y que hay otros que… 

pero Mussolini necesita esa cuadro, lo necesita para su propaganda. 

¿Y qué hace Mussolini?: 

le ofrece un cheque en blanco. 

¡Epa! 

Quinquela era un hijo de “nadie” que creció en un asilo y que fue adoptado a los 6 años por una familia de carboneros de un barrio más que pobre de Buenos Aires. 

Cuando su espalda se lo permitió empezó a levantar y descargar bolsas de carbón, y una tarde, con la espalda doblada sobre esas mismas bolsas y con un trocito de ese mismo carbón, empezó a dibujar lo que veía: La Boca. Su barrio. 

Más adelante triunfó gracias a sus cuadros que siempre contaron sobre La Boca, su barrio. 

¿Y qué hace Quinquela frente al cheque en blanco? 

Le vuelve a decir a Mussolini que lamentablemente ese cuadro no está a la venta, porque pertenece a La Boca, su barrio, y que volverá ahí después de la gira europea. 

Mussolini insiste pero nada, Quinquela no cede y el cuadro, aún hoy día, sigue ahí, en La Boca. Lo puedes ver si vas, se trata de “Crepúsculo en el astillero”. 

Pausa 
(que no es silencio) 

Diego Armando Maradona también había crecido en un barrio más que humilde, Villa Fiorito.

Lo dijo él mismo, en una de sus frases lapidarias: “Yo crecí en un barrio privado de Buenos Aires. Privado de luz, de agua, de teléfono”. 

Él también se fue a Europa y también triunfó. 

En 1984, después de jugar en el Barcelona, de fracturarse no sé que tobillo y pecar de mala-malísima conducta, el club español lo hecha. 

De inmediato y frente a todo el mundo, al petiso gordito todos lo dan por acabado. 
(Los visionarios de siempre). 

Se va jugar al Napoli, que sería más o menos como si Elon Musk bajara de su último modelo Tesla y se subiera a un Fiat 128 sport (verde arveja).
Algo así. 

Ahora bien: después de un tiempo, pero no mucho, todos se dan cuenta de que Maradona no solo no está acabado, sino que el baile recién empieza. 

Todos, incluido Silvio Berlusconi que tiene una especie de visión (esas de las suyas): ve triunfos, copas, bunga-bunga y propaganda, mucha propaganda.

¿Y qué hace Berlusconi? 

Sin saber exactamente cuánto gana Maradona en el Napoli, le ofrece el doble si acepta ir a jugar en el Milan. 

¿Y qué hace Maradona? 

Le dice a Berlusconi que no, que lamentablemente no está a la venta, y se queda en el Napoli.

Bien. 

Quinquela y Maradona tenían algo en común que iba mucho más allá de haber nacido nadies, pobres, en la Argentina y, a pesar de todo lo anterior, haber ganado mucho pero mucho dinero. 

Ambos sabían de dónde venían y lo tuvieron siempre muy presente por encima de dónde hubieran podido llegar.

“Cuando el presente es confuso y el futuro es incierto, miro atrás y aprendo”.

Con esta frase termina mi libro “Teatrofonia Vol. 1”.

Hoy sale mi nuevo libro, y a está disponible:

“Teatrofonia Vol. 2 – normas, estilos y rupturas” Ed. Wolkowicz.


Me fui atrás, bastante, para ver de dónde venimos la gente de teatro y en particular los músicos de escena.

Me parece que no siempre lo tenemos en cuenta.

Tiene 276 páginas.

205 imágenes.

He involucrado museos, galerías, arquitectos, diseñadores, fotógrafos y artistas de los 5 continentes que me apoyaron porque le pareció interesante mi libro.


Capaz te interesa.

Y para que después no me escribas: “Che… no todo es venta”,

Toda la Parte 1 –
“Breve historia de la mirada del músico de escena”
la puedes leer, gratuitamente, en Google Books

Forza Tutti