
Sobre mí Mirko Mescia.
En síntesis: mi oficio consiste en organizar qué es lo que suena, por qué, quién es, cómo y desde dónde suena todo lo que suena: música, sonidos, ruidos, silencios y voces.
Gracias a este extraño trabajo no me quedó otra que aprender a escuchar a los autores, los directores, los actores, las historias, los mundos de esas historias pero también, en lo personal, el mundo en donde vivo. Intentando cada vez más, no priorizar exclusivamente mis propios criterios perceptivos.
Aquí en Teatrofonia trabajamos las distintas formas que hay de escuchar, y lo hago con personas que se dedican a contar historias:
• Padres a sus hijos
• Abuelos a sus nietos
• Empresarios
• Directores de teatro, cine, publicidad
• Docentes
• Escritores
• Vendedores y comerciantes
• (unos cuantos más)
Escuchar ≠ Saber Escuchar
Para algunos soy el chiflado de lo sonoro en las artes escénicas; para otros soy el músico que trabajó mucho con Agustín Alezzo, el autor del libro “Puntos de Oído”, el de la TED Talk y el de los cursos sobre Shakespeare.
Está bien, me reconozco bastante, aunque si todo eso suena un poco a Polaroid.
(Como suena un Polaroid: «Chik chk… tz, tszsz, tzzzzzzzz. Ohhh»).
Ojo.
Yo no se nada, pero no como el sabio que solo sabía de no saber nada. Yo ni eso se.
Es terrible, lo se.
Bueno, no lo se.
Y además soy Tauro, ascendente Capricornio.
Tampoco se nada de Astrología.
Y como si eso fuera poco, también soy italiano.
No se como permiten ciertos cruces, no lo se.
¿Ves?
No se.
Aquí en Teatrofonia trabajamos la escucha:
con lo que suena y lo que está escrito.
Sí, tal cual, ya que
Escuchar ≠ Saber Escuchar
Trabajo con lo que suena y lo que está escrito; no lo que creemos o queremos que esté escrito.
Es distinto.
Bastante distinto.
Sigo.
Nací y me crié en Italia pero a los 20 años me fui.
Por ese entonces creía saberlo todo. Era la época de oro de mí autodidactismo crónico agudo.
Pasé por varios países: España, Francia, Dinamarca, luego Argentina. Ahí cambió todo.
Me crucé con algunos pesos pesados que me ensañaron mucho: Agustín Alezzo, Augusto Fernandes, Ricardo Monti, Ricardo Talento. Y luego de vuelta a España, donde actualmente vivo.
A esta altura ya no soy de ningún lugar. Sensación interesante.
Será por eso que las palabras nunca fueron mi fuerte. Nunca.
En ese sentido la música es más fácil que las palabras.
Sin embargo un día, en una clase de dirección escénica, con un gran maestro argentino-portugués, pasó algo que cambió mi relación con las palabras y las ideas que tenía sobre ellas.
Después de mostrar una escena completamente muda, el maestro me preguntó que porqué el actor no hablaba.
Le contesté que “las palabras eran difíciles de gestionar, y que había optado por algo más universal” y unos cuantos bla bla por el estilo.
¿Conviene o no conviene? Eso me preguntó después: «¿Conviene que cuentes esta escena así, sin palabras?»
No se. No se, no se si conviene o no conviene. No se.
Nunca me lo había preguntado.
Entonces descubrí que hacerse esa pregunta conviene. Y mucho.
Augusto Fernandes era un hombre notable.
Y también descubrí que lo sonoro tiene mucho que ver con qué y cómo miramos.
Entonces descubrí eso de escribir. Puede ser con música, con palabras, con lo que tenga a mano.
Depende. Hay que preguntarse qué conviene.
Pero contarla hay que contarla.
Eso.
De eso va Teatrofonia y los mails que mando a menudo.
No mensual.
A menudo.
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Forza Tutti,
Mirko.
Foto © Alejandra López 2022